10 mitos sobre las vacunas

Las vacunas están recomendadas por la mayoría de los profesionales sanitarios. Aún así, a pesar de los beneficios que aportan las vacunas, son muchas las personas contrarías a ellas.

Sin ir muy lejos, aún tenemos muy presente en nuestra memoria el caso del niño de 6 años de Olot que falleció de difteria por no estar vacunado. Un caso que conmovió e hizo surgir una reflexión sobre la necesidad de que la población esté vacunada.

Muchos nos podemos preguntar… ¿Cómo es posible que uno de los avances científicos más importantes de la historia, que salva millones de vidas al año, sea rechazado por tantos padres? ¿Qué conduce a los padres a poner en peligro a sus hijos? ¿Cuál es el origen del movimiento antivacunas?

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El movimiento antivacunas tiene su origen en la investigación del médico británico Andrew Wakefield, que tras tras un estudio con niños autistas, aseguró que había una conexión entre la administración de la vacuna triple vírica (sarampión, rubeola y paperas) y el autismo. La publicación de este estudio en el año 98,  causó un gran impacto mediático, tras el cual, muchos padres tuvieron miedo de administrar esta vacuna a sus hijos, haciendo caer el índice de vacunación, cosa que provocó un gran aumento de casos de sarampión.

De hecho, debemos reconocer que las vacunas es uno de los temas sanitarios que genera más controversia. Hoy en día, todavía son muchas las personas que se muestran contrarias a ellas. Por ello y ante la necesidad de mantener a la población protegida, la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha publicado un informe que hace referencia a los mitos y verdades sobre las vacunas.

 

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10 mitos sobre las vacunas

 

Mito 1: Unas buenas condiciones de higiene y saneamiento previene enfermedades, por lo tanto no son necesarias las vacunas.

Si es cierto, que una buena higiene y saneamiento nos ayuda a protegernos de enfermedades pero si interrumpimos el calendario de vacunación, las enfermedades de las que nos protegen la vacunación volverán a aparecer. Un ejemplo que pone la OMS es el sarampión, sin vacunación, reaparecería rápidamente.

 

Mito 2: Las vacunas tienen efectos secundarios nocivos a largo plazo que aún se desconocen y pueden llegar a ser mortales.

Las vacunas son muy seguras. La mayoría de reacciones que pueden provocar las vacunas son leves y temporales. Si contrastamos los beneficios que aportan las vacunas y teniendo en cuenta los millones de vidas que salvan, compensan de sobras el riesgo de sufrir algún efecto adverso. Los trastornos de salud graves, que son extremadamente raros, son objeto de seguimiento, de investigación e interrumpidos. Es más probable padecer un trastorno grave por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna.

 

Mito 3: Vacunas como la combinada contra difteria, tétanos y tos ferina pueden provocar la muerte súbita en lactantes.

La OMS insiste en que no existe relación entre las vacunas y la muerte súbita en lactantes. Las defunciones por muerte súbita son casualmente coincidentes con la vacunación y hubieran ocurrido aunque no se hubiesen administrado las vacunas. Es importante recordar que estas enfermedades pueden ser mortales, y que el recién nacido no vacunado contra ellas corre graves riesgos de defunción y discapacidad grave.

 

Mito 4: No es necesario vacunarse contra enfermedades que ya están casi erradicadas.

Los agentes víricos e infecciosos no entienden de geografía, ni de fronteras. Pueden llegar a nosotros aunque en nuestro país se considere que ciertas enfermedades estén erradicadas. Un ejemplo que pone la OMS  son los brotes de sarampión que se produjeron en  2005 en Europa occidental en poblaciones no vacunadas. Por consiguiente, hay dos motivos fundamentales para vacunarse, la vacunación nos protege a nosostros mismos y a nuestro entorno.

 

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Mito 5: Las enfermedades de la infancia prevenibles mediante vacunación son algo inevitable en la vida.

Enfermedades como el sarampión, la varicela o la rubeola no son inevitables de por vida aunque estemos vacunados. Aunque no lo parezcan, estas enfermedades son graves y pueden provocar serias complicaciones tanto en niños como en adultos, que se pueden evitar con la vacunación.

Algunas de estas complicaciones son neumonía, encefalitis, ceguera, diarrea, infecciones del oído, síndrome de rubéola congénita (si una mujer contrae rubéola al principio del embarazo) y defunción. Todas estas enfermedades y sufrimientos se pueden prevenir mediante las vacunas. Los niños no vacunados contra estas enfermedades quedan innecesariamente vulnerables.

 

Mito 6: La administración de más de una vacuna simultáneamente puede provocar efectos nocivos y sobrecargar el sistema inmunitario.

Las pruebas científicas revelan que la administración simultánea de varias vacunas no conlleva ningún efecto secundario sobre el sistema inmunológico de los niños. La OMS hace referencia a que un niño está expuesto a muchos más antígenos como consecuencia de un simple resfriado o una faringitis que por las vacunas.

Las principales ventajas de la administración simultánea de varias vacunas es que requiere menos consultas ambulatorias, menos inyecciones y permite ahorrar tiempo y dinero y aumenta las probabilidades de que los niños completen el calendario de vacunación recomendado.

 

Mito 7:  La gripe es sólo una enfermedad molesta y su vacuna no es eficaz.

Aunque la gripe parezca sólo molesta, lo cierto es que provoca cada año entre 300 mil y 500 mil muertes al año en todo el mundo. Sobretodo en personas de riesgo como ancianos, embarazadas, niños y cualquier persona con afecciones crónicas. La vacunación contra la gripe es la mejor opción para protegerse, evitar contagios  y complicaciones. Evitar la gripe significa evitar gastos de atención médica adicionales y pérdida de ingresos por los días de trabajo o escuela perdidos.

 

Mito 8: Es mejor la inmunización por la enfermedad que por las vacunas

Las vacunas actúan produciendo una respuesta similar a la que produciría una infección natural, pero no causan la enfermedad ni exponen a las personas inmunizadas a sufrir complicaciones. En cambio, el precio de la inmunización por infección natural podría ser muy caro, como el retraso mental provocado por Haemophilus influenzae tipo b (Hib), defectos congénitos debidos a la rubeola, cáncer del hígado derivado del virus de la hepatitis B, o muerte por sarampión.

 

Mito 9: Las vacunas contienen mercurio y es peligroso

Las vacunas pueden contener tiomesal, un compuesto orgánico con mercurio que se añade a algunas vacunas como conservante. No hay evidencia científica de que la cantidad de tiomesal que contienen las vacunas entrañe un riesgo para la salud.

 

Mito 10: Las vacunas causan autismo

No existen pruebas científicas de esta relación. Como comentaba al principio de este artículo, el estudio que suscitó inquietud sobre el posible vínculo de las vacunas y el autismo contenía graves irregularidades por lo que se retiró. Lamentablemente su publicación provocó temores infundados y brotes de esas enfermedades, en los que hoy en día todavía muchas personas siguen creyendo.

 

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